“Mantengamos la Calma, Leticia”.
Leticia se levantó de la cama con una corta y profunda respiración. Luego miró a la criada y dijo:
—Prepara ropa limpia para usar mañana.
La criada se quejó cuando Leticia, quien nunca en el pasado se lo había pedido, se lo ordenó.
—¿Vas a salir? ¿Adónde vas sin el permiso de tu abuelo?
—Permiso, vamos…
Leticia murmuró en voz baja y Kara gritó como si hubiera estado esperando.
—¡Sí! ¡Permiso! ¿No sabes lo incómodo que es para una joven esconderse en un lugar frío? ¡Tanto los caballeros como las criadas me culpan solo a mí! Si eres tan egoísta...
Kara enarcó las cejas con expresión desagradable y Leticia dijo, mirándola.
— Estoy siendo egoísta y eso te hace daño.
Leticia cruzó los brazos frente a su pecho y fijó su mirada cruel en la criada.
—¿Me prometes que no volverás a ser egoísta?
Al contrario de decir que lo sentía, la expresión de Leticia se veía tan fría que no podía ver una grieta incluso si la apuñalaba con una aguja.
—Bueno, ¡qué es, realmente! ¿Tuviste una mala comida?
—Solo estoy comiendo la comida para perros que mi padre y Philip dejaron atrás, ¿y quieres que esté cuerdo?
—¿Estás protestando ahora? ¿Por qué estás haciendo esto de repente? Hasta ahora has estado sin fuego*, así que ¿por qué lo haces en un día tan ajetreado como hoy?
(N: *se refiere a que era pasiva y callada, aceptaba todo sin reproche)
—Me gustaría hacerlo.
Leticia siguió las palabras de la criada e inclinó la cabeza. Sus ojos estaban tan fríos que Kara mantuvo la boca cerrada.
— Lo sé. ¿Por qué ahora?
Leticia separó sus brazos y se acercó a Kara, no como se veía usualmente de forma descuidada, sino con la cabeza erguida y la espalda recta, se veía perfecta.
—Entonces, tendría que vivir como una rata que estuviera muerta y nunca tendría que haber presentado una queja. Como una rata ¿verdad?
—Oh, yo no dije eso. Cuando le digo que sea una rata...
—Si tienes alguna queja en el futuro, dímelo inmediatamente, así lo corregiré.
Leticia dijo que por supuesto y Kara, que se había endurecido por el impulso, gritó enfadada.
—¿Quién eres tú para enseñarme lo que tengo que hacer?
Leticia agarró la manga de Kara y la atrajo hacia adelante. La mano de la criada, más suave que la mano herida de Leticia, le tocó la barbilla.
—Tu superior.
—Bueno eso es...
Mientras Kara hablaba, Leticia apretó su mano con fuerza.
—Todo lo que puedo decir es que soy una persona que tiene una relación de sangre directa con Maner. ¿Pensaste que eras mi maestro, sin tener sangre de la nobleza mezclada? —Preguntó Leticia, pero no fue porque realmente tuviera curiosidad.
Como era lógicamente correcto, Kara se tragó lo que iba a decir e inclinó la cabeza.
—... Lo siento, señorita. Hice algo más allá de mis posibilidades.
Kara inclinó la cabeza y se disculpó, pero no lo dijo en serio.
A pesar de que ella lo sabía, no presionó a la criada para que se disculpara apropiadamente.
Cuando Leticia estaba en la clase de sucesora, aprendió sobre la monarquía. Solo había dos cosas que debía recordar para obtener la lealtad de sus subordinados.
Primero, mostrar quién está arriba. No importaba si era por el poder o el status.
En segundo lugar, una vez que la otra persona obedece, debía pagar la compensación correspondiente. Incluso si se trataba de una mano para usar una vez y luego descartar, se debía dar la recompensa.
“Incluso si estás aquí por un tiempo, no vale la pena que te pongas de mi lado”.
Leticia entrecerró los ojos mirando a Kara con la cabeza gacha. La criada ni siquiera necesitaba convertirse en su persona.
Luego miró lentamente a través de su dedicada criada, como si fuera insensible.
Había una razón para intentar ganar ventaja en la relación con la criada, incluso a expensas de la fuerza física. Debido a que los humanos eran animales sociales, su comportamiento dependía de cómo la persona a su lado los trataba.
Por lo tanto, para recibir el debido trato de los sirvientes del duque, era necesario corregir la actitud grosera de la dedicada criada.
“Necesito un medio para dominar a la criada”.
La única princesa del Imperio era inútil por el momento.
Los sirvientes eran especialmente arrogantes con Leticia porque olvidaron que era la pequeña niña del Duque de Maner.
Si es así, tenía que usar la fuerza para demostrar que era superior.
Darle una bofetada a una criada en la mejilla en respuesta a la presión era un acto tonto más allá de la emoción.
Y no quería ser una basura como su abuelo quien empuñaba su mano con su identidad.
Si el oponente hubiera sido alguien de la nobleza, podría haberla golpeado en la mejilla, pero Kara era más baja que la noble Leticia.
Había muchos nobles que trataban a sus subordinados como objetos, pero no tenía la intención de ser del mismo tipo que ellos.
Desde que era joven hasta poco antes de morir, había escuchado que tenían sangre sucia y vulgar.
Sin embargo, Leticia pensaba que era su deber como noble, mantener su dignidad.
“De todos modos, soy joven y ni siquiera está cerca del nivel de mis ojos”.
Leticia soltó su agarre de la mano de Kara, como si estuviera enojada. Kara, que pensó que estaría bien, cerró los ojos con fuerza, en realidad abrió los ojos.
—No te preocupes por nada. No puedo hacer que el Sacerdote siga esperando después de todo este tiempo.
Kara se sorprendió por las palabras de Leticia y tomó aliento, no podía creer que eso no iba a suceder, sus ojos parpadearon inexpresivamente ante la inesperada respuesta.
Nuevamente, se preguntaba si estaba llorando delante de su subordinada, la criada.
Kara pensó que la dama a la que servía no querría ver al sacerdote con sus ojos rojos, y que tristemente sostendría su vestido.
En ese momento, iba a disfrutar de un sentimiento de superioridad y diría: “Ese es tu deber, eres parte de la familia Maner ¿Cómo es posible que no lo sepas?”. Estaba pensando en enseñar a Leticia como si fuera una persona superior.
Pero lejos de lo que se esperaba, Kara preguntó confundida.
—... ¿Qué acabas de decir? Oh, ¿quiere decir que se encontrará con el Sacerdote en persona?
La voz de quien le preguntó estaba tan sorprendida que estaba temblando como una cabra y su rostro estaba tan aturdido.
—Mañana, lleva al Sacerdote Gamal al salón. Me prepararé con anticipación para no llegar tarde. —dijo Leticia, moviendo las notas al cajón de hierro.
La expresión en su rostro era tan fría, que a Kara le costaba interpretar.
Leticia volvió a hablar con la despistada Kara.
—Así que dile a la criada que no se moleste. No me esconderé, ni siquiera necesitas desempacar y vigilar.
Cuando la criada lo escuchó, el tono era diferente al habitual, así que se sintió más extraño.
Leticia le dijo suavemente a Kara, quien no pudo cerrar la boca por la sorpresa.
—No te olvides de conseguir un vestido limpio. Como hija del Duque de Maner, no puedo ver al sacerdote en pijama todo el tiempo.
—Hija del Duque... Oh, ya entiendo.
¿Era hija del Duque? Kara que iba a señalar lo que le dijo a Leticia, se dio cuenta de que era un martirio y asintió con la cabeza.
Fue de mala educación asentir con la cabeza a un superior, pero Leticia no lo señaló.
Lo que era importante para ella era encontrarse con el sacerdote Gamal.
Luego de romper el espíritu de la criada fue por el Sacerdote.
—Escuché una historia de Kara. ¿Vas a ver al sacerdote en persona mañana?
Ese día temprano en la noche. La criada, Mariam, visitó el dormitorio de Leticia en persona.
Leticia estaba sentada en una vieja silla de cuero que Kara le había traído a petición suya, mirando un libro.
Trató de encontrar una copia del viejo libro ¨Hebrón¨, que leyó a los 16 años, pero algo tan precioso no podía estar en el estudio. Así que estaba sacando cualquier libro del cajón de hierro.
Coincidentemente, era un libro de cuentos de hadas sobre la leyenda del Territorio de Winter del Norte.
Mariam, que miró el libro que Leticia estaba mirando, no pudo ocultar la burla.
—Ah, ¿estás leyendo un libro de cuentos de hadas? Creo que te interrumpí. ¿Quieres que vuelva?
Eso ni siquiera estaba en su mente. Así que Leticia golpeó el libro y miró a Mariam.
—Estoy aquí, pero no quiero irme... y no quiero molestarte.
Leticia sonrió como si no fuera la gran cosa.
¿Acababa de decir 'tú'? Mariam, sin palabras, se ruborizó y estrechó su frente.
—Ahora me estás llamando 'tú'...
No era una expresión equivocada, pero era desagradable escucharla de una niña de once años.
Si Leticia no hubiera sido una niña enemiga, habría dicho: "Sí, señora", y lo habría dejado pasar sin protestar, pero su oponente era una hija medio ilegítima.
Además, su madre era de la humilde Aletta. En el pasado, Aletta pudo haber tenido un linaje puro del antiguo reino y reinó como gobernante, pero no ahora.
Desde el establecimiento del Imperio Piquene, ha sido socavado por la sangrienta clase dominante.
En algún momento, Aletta era buena en magia, astronomía, medicina y espíritus, pero eso era un viejo dicho del pasado.
La línea de sangre pura de la antigua Aletta tenía los ojos rojos, si no mezclada con la sangre de otros pueblos.
Leticia es una excepción porque tiene un enemigo claro incluso después de heredar la sangre del Duque de Maner.
Mariam no conocía esta situación y no estaba interesada. Esos ojos rojos parecían ser una prueba y algo peculiar.
—Se supone que no debes decir 'tú'.
Mariam barrió a Leticia de arriba abajo como si estuviera sucia. Lo que resultó tan desagradable fue después de quitar el título de la dama.
—¿No se supone que se debes llamar 'usted'?
Esperaba que saliera así.
Leticia abrió mucho los ojos e inclinó la cabeza.
Incluso si era una hija ilegítima, era hija del Duque Gaian.
Incluso si su nombre no figuraba en la lista porque era de la mitad de su tamaño, era una situación en la que se supone que la criada no debía enseñarle el título por el cual debía llamarla.
Leticia curvó suavemente sus ojos como si lo supiera.
Y la llamó por su nombre como si no pudiera entender las palabras de la criada.
—Mariam. ¿Te gustaría venir aquí?
Traducción y Corrección: TeSa ^^