—¡Huh! Nunca le he dado permiso a la señorita para llamarme por mi nombre, diciendo ¡Ven aquí! Hablas como si yo fuera una especie de mascota, como un perro ¡¿Dónde aprendiste un hábito tan malo?!
“Es bastante exigente”. Leticia pensó para sí misma y se rió.
Luego inclinó la cabeza y se llevó su blanca y delgada mano a la boca.
—Oh, lo siento.
Cuando Mariam vió que parecía contener su risa, se disgustó aún más. Estaba enojada, pero su oponente tan solo se reía, así que su ira y enojo se dispararon.
—La señorita debe llamarme de forma correcta y decirme ¨hermana¨. ¡Tal y como lo hizo desde el principio, cuando llegó a esta mansión de la mano de esa perra vulgar!
Mariam se puso de pie, con la cabeza erguida, con la intención de mostrar el orden jerárquico.
Había pasado mucho tiempo desde que olvidaron completar el libro de títulos, que pertenecía a la familia.
Leticia estaba tan triste por la criada. No sabía que la perra vulgar de la que estaba hablando era su madre.
Obviamente, en el pasado, lloró y gritó, diciendo que su madre no era una perra vulgar. Pero ahora, de alguna manera, simplemente le pareció divertido y sonrió.
Mariam había girado su cabeza solo para ver cómo sus palabras lastimaron a la joven Princesa frente a ella.
“Sé que tenía un complejo de nacimiento”.
Leticia se echó a reír en voz alta con una mirada divertida en su rostro y como bajó la cabeza para ocultar su risa, Mariam pensó que estaba llorando.
—¡Deja de llorar! ¿Debería ser tan frágil la Princesa a los 11 años? Si empiezas a llorar por las palabras de una criada...
Aunque fuera una hija ilegítima, Leticia era miembro de la Familia Principal.
Mariam se estremeció y tembló cuando pensó en el Duque, pero le pareció muy agradable aplastar a su hija, Leticia.
—Puff, creo que me voy a enfermar…
Mariam, sintiendo una alegría, miraba a Leticia con los labios levantados.
Entonces, Leticia levantó la cabeza inclinada.
—Oh, ¿señorita?
Mariam se sorprendió y llamó a Leticia, quien la estaba mirando mientras estrechaba sus afilados ojos rojos, a los cuales su abuelo había señalado como si siempre estuviesen malhumorados.
Leticia inclinó la cabeza de forma oblicua, apoyándose lentamente contra el respaldo de la silla. Luego, llamó a la criada con rudeza.
—Tú.
—... ¡Señorita!
—¿Por qué?
Fue una respuesta más agresiva que cuando trató con Kara, la criada a cargo. Los ojos de Mariam se entrecerraron con fiereza.
Incluso a la edad de 11 años, una princesa era una princesa y sin embargo, para Leticia era ridículo leer un libro de cuentos de hadas lleno de dibujos, si no hablaba bien el idioma imperial.
“Le enseñaré a esa perra estúpida”.
Mariam estaba tan asustada, se rió y distorsionó su rostro.
—¡Te dije que me llamaras hermana!
“Oh ya veo. Me estabas tratando como a una joven criada”.
Leticia se sentó pulcramente, con los brazos sobre la mesa, la barbilla apoyada en la barbilla y miró a Mariam.
—¿Tengo que hacerlo, Mariam?
Mariam, con cara de superioridad, levantó la voz frente a Leticia.
—Yo también soy de una familia noble. Mi padre, el venerable Vizconde de Niza, se ha consagrado al servicio del Duque de Maner por tres generaciones…
Fue en el momento en que Mariam arrugó el rostro para reprender la actitud arrogante de Leticia.
Leticia gritó e inmediatamente dejó de hablar de la criada.
—Oh, ¿nuestra noble criada tenía la sangre de Maner?
—¿Sí?
—Lo dijiste tú misma con tu propia boca. Tu padre ha estado sirviendo al Duque de Maner durante tres generaciones y crees que yo soy hija de la familia de Niza y que tú, una criada es la hija del Duque.
—¡Eso no es cierto…!
—Sí, no. No importa cómo llame a los subordinados, es un asunto con el que no puedes interferir.
Leticia seguía mirando a la criada de arriba abajo, con la barbilla elevada. Fue más grosero y descarado que la forma en que Mariam la despreciaba.
—Ya sé que te estás burlando de mí, pero... —en lugar de hablar, Leticia suspiró levemente, como si hablara con un espantapájaros estúpido. —Pero a los ojos de mi padre y mi abuelo, que tienen la sangre roja de Maner, un vasallo que ha estado con el Duque durante generaciones quiere enseñar a la Princesa Maner sin miedo.
Leticia miró directamente a la absurda criada.
Todas las palabras de Leticia eran correctas, por lo que Mariam no tenía nada más que decir.
Fue cuando Mariam, que se había estremecido y endurecido, estaba a punto de protestar.
«Toc, toc.»
Se escuchó un golpe y un caballero abrió la puerta y entró.
—Esta es una carta del Sacerdote.
Mariam manejó tardíamente sus expresiones faciales y recibió la carta en lugar de Leticia.
Naturalmente, buscando un cortapapeles para tratar de abrir la carta, Leticia tomó un libro de cuentos de hadas y golpeó la mesa.
«¡Bum!»
De repente, por el fuerte ruido, Mariam se sorprendió y levantó la cabeza.
—¿Qué, qué es?
La propia Leticia, que hizo el sonido, tenía un rostro tranquilo como si estuviera bebiendo té.
—Consíguelo.
Le ordenó, mientras bebía agua tibia en lugar de un té de lujo.
Por supuesto, Mariam no escuchó y la escondió como si fuera una carta para ella.
Ante esa actitud arrogante y poco convencional Leticia se echó a reír, luego se apoyó en la silla y estrechó su mano a la criada.
— Será mejor que no arrastres los pies y la traigas de vuelta. Antes de que pueda culparte por los dolores de mi corazón.
—¿Qué?, ¡pero que...!
— La criada se llevó la carta así que no pude ver al Sacerdote y como no lo vi, no puedo perdonar a mi abuelo. Así que será mejor que descanse en paz sin esperar el perdón de su nieta. ¿Debería decir algo así?
—¡Ey, espera un minuto! ¿Estás loca?
Mariam, confundida, gritó con urgencia Si Leticia decía eso, era ella, la criada, sería la que tendría problemas.
No había nadie del lado de Leticia en la mansión. Sin embargo, era necesario apaciguar a la tímida Leticia hasta que el antecesor Duque fuera perdonado por su joven nieta.
Si ella perdonaba a su abuelo o si dejaba de respirar antes de eso, todo se acabaría.
—Oh, si vas a leerlo, hazlo y así diré que no he recibido noticias del Sacerdote Gamal.
Leticia cruzó los brazos alrededor de un libro de cuentos de hadas y miró hacia abajo.
El libro de cuentos de hadas "La Reina Blanca" era famoso por no ser interesante, por lo que incluso los niños del Imperio lo evitaban.
En el libro abierto, se revelaron las Montañas de Invierno, llenas de nieve blanca.
Estaba tan relajada que no le importaba si la criada le entregaba una carta como si no.
—¡Ja, entonces léela tú misma! Estoy tratando de ayudarte porque no puedes leer el idioma imperial correctamente, pero ¡qué piensas de mí…!
Mariam revoloteó y le entregó una carta a Leticia, quien, sin dar una mirada, dijo:
—Cuchillo de papel.
—Esa es Kara...
—Consíguelo, antes de que le diga a Kara, la criada, que te enseñe de nuevo.
Perra estúpida. ¡Una de las criadas es alguien llamada Kara y la otra soy yo!
Fue un momento en que Mariam trató de responder con sus labios apretados porque pensó que podía ser posible.
—¿Quieres que perdone a mi abuelo con la condición de que te despida?
No dijo nada para callarla directamente, pero con eso le dijo que se callara y trajera un cortapapeles.
Al final, Mariam se vio obligada a seguir los deseos de Leticia.
~ 20 minutos más tarde. ~
Fue el tiempo que la criada tardó en regresar después de que salió del dormitorio.
Llevó un cortapapeles de alta gama que no coincidía con la vieja mesa de hierro y un trozo de vidrio sobre el cual se podía colocar una pluma.
Y también había un bocadillo de alta calidad, hecho a mano, que nunca había probado antes, acompañado de té caliente con hojas de té verde.
La carta que Mariam había tratado de abrir todavía estaba sellada y colocada sobre la mesa.
Mariam, que trajo la bandeja, gritó con la cara enrojecida.
—¡Es solo porque hoy te estás comportando como si estuvieras loca! ¡No, solo hasta mañana! Si la señorita perdona a su predecesor, el Duque, ¡se acabó!
El trabajo de la criada era llevar la bandeja. Estaba claro que las criadas de la nobleza nunca cargaban la bandeja ellas mismas, y se reirían si lo supieran.
—No sé por qué de repente cambiaste de opinión, pero mañana es el final, ¿sabes?
Mariam actuó cortésmente mientras gritaba. Incluso cuando puso todo el refrigerio para Leticia en la mesa, fue extremadamente cortés.
—Oh, lo recordaré. Estaré sosteniendo tu vida. Y no mañana. Voy a ver si te comportas cortésmente, mientras que mi abuelo esté vivo.
Leticia corrigió el hecho de que no era mañana.
—Te enfadarás un poco cuando el Vizconde de Niza ya no tenga un Duque en su tercera generación.
Después de hablar, Leticia sonrió amablemente.
Entonces Mariam se asustó, juntó sus manos y se inclinó.
—¡Oh, tú también señorita! ¿De qué estás hablando? A partir de ahora te cuidaré, así que no le digas nada al Duque antecesor... ¡El perdón no tiene precio! ¿Está bien, señorita?
La habitación se quedó en silencio después de que la criada que había sido amonestada hasta el final, se fue.
Leticia tomó un bocadillo y lo miró con cara profunda.
“Yo gané. Todo porque pude mantener una cara seria como esa...”
Cuando su abuelo falleciera, pudo ver que la criada que estaría obviamente molesta en ese momento.
Pero Leticia no tenía miedo.
Traducción y Corrección: TeSa ^^